Por LAURA MONROY | Corresponsal Colombia
Después de graduarme de la universidad decidí estudiar inglés para ser más competitiva en el mundo laboral, así que durante 7 meses Toronto, Canadá, fue mi hogar. Estudiar otro idioma en el exterior es una experiencia maravillosa y enriquecedora, viajas con el propósito de aprender otra lengua pero a la final se convierte en la mejor experiencia de tu vida.
Muchos piensan que durante tu viaje lo único que haces es salir de fiesta, turistear, darte un tour de gastronomía y hacer amigos de todo el mundo y si, pero en realidad solo las personas que hemos vivido esta experiencia pueden decir que no todo es color rosa como se ve en fotos. En realidad no saben lo difícil que es salir de tu zona de confort, llegar a una ciudad completamente nueva donde ni siquiera hablan tu idioma, tener que escuchar comentarios como ¿Colombia? ¿Narcos? ¿Pablo Escobar?, usar el transporte público con el miedo de perderte, hacer nuevos amigos, el choque cultural, cambiar tu forma de alimentación, que se te congelen hasta las pestañas del frío tan tremendo que hace en invierno, lavar por primera vez tu ropa y que se te encoja en la secadora, dejar los lujos y las comodidades que tenías en tu país por sobrevivir con un presupuesto súper corto.
Por ejemplo a pesar de que yo contaba con el apoyo económico de mi familia, el cambio de divisa es un factor que complicaba esta experiencia, los sándwiches y enlatados se convirtieron en la opción más económica para desayunar, almorzar y comer, ya que una bandeja paisa de 22 dólares no es viable. A medida que pasa el tiempo los kilos aumentan, la raíz del pelo crece pero, te das cuenta que todos los problemas tienen solución, que ya no te asusta salir sola, que ya sabes cómo hacer mercado, tener toda la ropa limpia, conoces gente que se convierte en tu familia, aprendes a brindar en decenas de idiomas, a explorar nuevas culturas, te conviertes en una persona independiente y hasta aprendes a cocinar unas cuantas delicias. También le das más valor a tu familia y amigos y sobre todo valoras lo bendecidos y afortunados que somos los rolos por nuestro clima.
Después de tantas experiencias, risas y lágrimas, te da cuenta que el tiempo ha pasado demasiado rápido, te gustaría comenzar esta aventura desde el principio pero la hora de regresar a la rutina se acerca y es justo en ese momento en el que te das cuenta que ya no eres el mismo, empacas en la maleta de regreso un conocimiento inmenso de culturas, un nuevo idioma, independencia y unas ganas infinitas de visitar cientos de países y reencontrarte con esos amigos que se convirtieron en hermanos y de paso la angustia de tener que buscar un trabajo en Colombia. Ser estudiante internacional te convierte en un habitante del mundo y te convierte en un extranjero en tu propia tierra.